Seguramente en lo que llevamos de año, no sea la primera vez que oyes hablar de propósitos. Y es que cualquier excusa es buena para intentar convertirnos en la ‘mejor versión de nosotros mismos’. El problema es cuando esa lista interminable de propósitos no se cumple y pensamos que hemos fracasado.
Hacer propósitos está bien siempre y cuándo sean hábitos fáciles de implementar. Si no has hecho deporte en tu vida y tu propósito es correr dos horas todos los días, lo más seguro es que no lo consigas.
Si eres de los que te gusta empezar el año con hábitos más saludables pero no sabes por dónde empezar, aquí te dejamos cuatro muy fáciles de incorporar. Y si de esos cuatro logras incorporar uno y ni siquiera consigues hacerlo todos los días, recuerda: no pasa nada. Lo más importante es no fustigarse para poder seguir mejorando.
Según la OMS, no dormir bien perjudica seriamente a la salud física y mental. Implementa los siguientes tips y nota la diferencia en cómo te sientes:
Tal cual lo lees. Quererse más y confiar más en uno mismo debería estar en la lista de todo el mundo. Hoy en día es fácil caer en la comparación o verse invadido por el síndrome del impostor.
Una manera de combatir estas creencias limitantes y por lo tanto negativas, es reforzando las positivas. Un truco es plantarse delante del espejo, mirarse y cada día decirse tres cosas buenas de uno mismo. No tienen por qué ser físicas, puede ser todo lo que se te ocurra (verás que no es tan fácil como parece – o sí, y en ese caso, ¡seguramente estés por el camino adecuado!). Lo importante es que esto se convierta en un hábito. Notarás la diferencia.
Dicen que el estómago es nuestro segundo cerebro e igual que le hacemos caso a nuestro cerebro, deberíamos hacerle caso a nuestro estómago. Muchas veces tenemos antojo de comidas menos ‘sanas’ porque se han categorizado como ‘pecados’ y ya se sabe que todo lo que es prohibido tiene su cierto atractivo. Pensamos que si tenemos acceso a todo, no podremos controlarnos. Pero la realidad es que el cuerpo es inteligente y sabe lo que quiere. Sólo hay que aprender a escucharlo. Un ejercicio que puedes hacer es preguntarte qué te apetece comer cada vez que vayas a comer, y por supuesto, tratar de tener la mente abierta sobre todo a mantener una alimentación equilibrada. Verás que al cabo de un tiempo no hará falta ni que te lo preguntes. Tu cuerpo te pedirá a gritos que necesita una ensalada porque después de tantas fiestas… Necesita un descanso.
El problema del propósito de ‘hacer más ejercicio’ es que parece que sólo se pueden hacer cuatro cosas. Cuando la realidad es que el único objetivo debería ser mantener un cierto grado de actividad en tu día a día. El resto depende de tus gustos. Si te gusta andar, anda, pero si lo que quieres es bailar o te gusta más el rollo espiritual y te apetece hacer yoga también vale. Lo importante es que te guste a ti y que no lo notes como una imposición. Sino, no durará.